Ayer. Temprana la tarde y la calle, concurrida. Por la acera camina un hombre maduro que lleva a un niño en brazos. El crío está enfermo y va vomitando. El hombre desfallece porque no hay taxi que pare. Nadie ha querido ayudarle. Todos tienen miedo. ¿Qué habríamos hecho cualquiera de nosotros? Nunca lo sabremos.
9 comentarios:
No se Palomita... no me atrevo ni a plantearmelo.. honradamente.
Yo tampoco, pero me dió una sensación terrible, se me rompió el corazón y hasta sentí verguenza; por ello quise compartirlo. No hubiera deseado estar en los zapatos de a quien le sucedió.
Seco y a la cabeza... y a las visceras...
En efecto, José. Besitos.
Golpe bajo, Palomita!
Ouch. Lo terrible no es que haya sucedido precisamente ahora, sino que podría suceder en cualquier momento, en cualquier parte del mundo. Los seres humanos somos iguales también en las debilidades y en el miedo.
Aun así, encontré en lo que cuentas una señal de esperanza: el niño no estaba solo, alguien lo ayudó. Quiero pensar que lo mismo habrá sucedido con ambos... porque la generosidad sigue existiendo. Si así no fuera, estaríamos extintos.
Sip, Pelusa... muy, muy triste.
Coincido completamente en su generalización de que esto puede suceder dónde y cuándo sea pues a fin de cuentas, tenemos muchas cosas en común. Y tienes razón, la fuerza del cariño es maravillosa, ahora tengo ganas de llorar. Un beso, Ivanius.
Que triste esto que cuentas. Que habríamos echo buena pregunta.
No se creo que lo hubiera socorrido. Nuestro destino ya esta escrito y si esta para que sobrevivamos lo haremos.
¡Hola Azucala! Sí, es triste... uno se plantea lo que podría haber hecho pero lo cierto es que no lo sabes hasta que lo vives. En esta ocasión, sobrevivimos mejor de lo que creímos, un abrazo y gracias por tu comentario.
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