lunes, 13 de abril de 2009

En el fondo del jardín

Desde que la vió, supo que estaban hechos uno para el otro. No fue fácil acercarse en aquella plaza, donde parecía el centro de todas las miradas pero cuando lo logró y estuvieron parados frente a frente, se contemplaron largamente sin saber qué hacer. El flechazo fue inmediato.
Se volvieron inseparables. Con mucho esfuerzo, construyeron su primera casa donde nació el primogénito y aunque eran tiempos de carestía, pusieron todo su amor en ello. Luego vinieron otros hogares y tres hijos más, a los que criaron con todo el cariño posible. Los hijos se hicieron mayores y se fueron a vivir su vida, pero ellos seguían teniéndose el uno al otro. Se fueron entonces a recorrer mundo y a contemplar todas aquellas cosas que hacían de cada día, una aventura.
El invierno los agarró desprevenidos y ella enfermó. Él la cobijó constantemente pero su respiración se fue haciendo cada vez más liviana, hasta que una mañana, ella no despertó. Él murió de tristeza a su lado. Un hombre los encontró tiesos aunque juntos, en el fondo del jardín. Cavó un hoyo y con cuidado, como si conociese esta historia, depositó ahí a los dos gorriones.

Imagen que acompaña de http://www.okogarten.cl/

7 comentarios:

Ivanius dijo...

Esa es la razón detrás de la sonrisa del viejo jardinero cuando le pregunté por qué al fondo del jardín había crecido una higuera, esa que año con año da frutos tan grandes, dulces y suaves como corazones de pájaro.

Paloma Zubieta López dijo...

Touché! Simplemente, me encantó. Un abrazo bien fuerte, Ivanius.

LicCARPILAGO dijo...

este post me cautivó!!!

Paloma Zubieta López dijo...

Querido Lic: le agradezco mucho su vueltita por este rincón y sus "cautivaciones", puede quedarse el tiempo que quiera en el jardín, tómelo como suyo, un fuerte abrazo.

Pelusa dijo...

Por eso nunca escribo de animales ni veo Madagascar siquiera, siempre son historias con finales tristes... Paloma!

Pelusa dijo...

Y la higuera dio muchos frutos??

Paloma Zubieta López dijo...

¡Ay, Pelusa! Para mí esta es una historia de mucho amor, no de tristeza. Es como se amaron por siempre (aunque siempre es mucho tiempo) y la higuera estuvo siempre rebosante, faltaba más... Un fuerte abrazo.