Una mujer se asoma a la tarde y mira al mar. Sus ojos recorren la línea espejo infinita que separa universos azules; brotan escalofríos a causa de la emoción por el paisaje. Todavía hay demasiada luz y las gaviotas navegan ligeras como ancladas al viento, sus graznidos cortan el silencio. Esta esquina del mundo sabe de soledades; la llegada ocasional de víveres da tregua a la sucesión descolorida de días y noches. Hubo un ayer de flores y promesas; ahora no hay sino hierbas, musgos, acantilados…. Cuando el sol comienza a menguar, las sombras pueblan la tierra y el cielo se incendia, el corazón retumba. En este lugar estuvo el paraíso donde Adán correteaba a Eva… pero eso fue hace mucho tiempo, antes de las olas y los gritos, antes de que el océano devorara lo más querido, ya casi ni lo recuerda. Una lágrima se derrama cuando la tarde se fuga; ella y la mujer anochecen juntas.
© pseudonimo51 / Roberto Russo (2006), Faro Ventotene, Ísole Pontine, Italia, en:
http://www.flickr.com/photos/robertorusso/2091414428/
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