lunes, 4 de mayo de 2009

Desolación

En el infierno, hasta las sábanas queman y fue por eso que me desperté. Debían ser las cuatro o cinco de la tarde y no corría ni un ápice de viento; es lo malo de vivir en un departamento que mira hacia un cubo de luz, que además, es completamente oscuro.
Apenas había tomado algo de café cuando sonó el teléfono. Era Alfonso. Quería encontrarme pero con su mujer aquí, no hay oportunidad de vernos. Ella viaja mucho y eso ha permitido que Alfonso y yo nos frecuentemos pero desde hace un mes que, con la recesión, recortaron gastos y suspendieron los viajes y él se está volviendo loco porque no puede verme, o eso dice. No sé ni cómo pero comenzamos cachondeando y acabé cubierta de sudor sobre la cama, mientras él jadeaba de forma estruendosa. El sexo telefónico nunca ha sido lo mío, es el problema del aburrimiento que exacerba los sentidos y pone a mil por hora la imaginación.
Lo de Alfonso no hizo sino dejarme con ganas, así que resolví salir a buscar algo que calmara el deseo y el hambre. Quería bañarme pero estamos sin agua hace dos días porque la bomba se quemó y el electricista no viene a repararla hasta el martes. Así que sin más, me enfundé un vestido corto y ajustado con flores naranjas que me gusta por fresco, unas sandalias que no están tan mal y retoqué con un chongo en la cabeza y un poco de lápiz labial.
Caminé hacia la parada del autobús. Esperé muy poco y ya arriba, noté que mi piel brillaba y olía a una mezcla de sexo, sudor y sal. Las miradas de reprobación de un par de señoras se confundían con las sediciosas de dos o tres hombres; los ignoré a todos. Después de quince minutos, llegué a mi destino.
Siempre bullicioso, el puerto aquella tarde estaba sereno. El calor y el fin de semana habían hecho su efecto y salvo los niños que jugaban a lanzarse al agua y algún vendedor de nieves que se fundía al empujar su carrito, no parecían haber más personas. Los dueños de los puestos de ropa y chucherías se habían refugiado a la sombra y no se les veía por ningún lado. Agradecí a la brisa por su caricia y enfilé hacia los portales.
Había poco movimiento aunque sonaba lejana alguna marimba. Pedro Juan me recibió con una sonrisa y me preguntó si tomaría cerveza. Le dije que sí, para empezar, y que ya luego veríamos. Encendí un tabaco. No supe cuándo fue que aparecieron los rusos. Me percaté de ellos hasta que se mudaron a la mesa contigua. Eran tres marineros de veintitantos años, dos rubios y un moreno. Con un español incipiente pero que daba para entender, me hicieron conversación a la luz de las cubas. Por suerte, me invitaron la cena cuando ya había oscurecido y luego me ofrecieron ir a bailar. Los conduje a un sitio que quedaba cerca.
A partir de ahí, las imágenes de la noche se vuelven discontínuas. Recuerdo la mano de Igor bajando por mi espalda y tocándome el culo, mientras nuestras bocas se besaban con desespero al ritmo de algún bolero. Fuimos a su hotel donde seguimos bebiendo y cogimos en forma salvaje. No sé cómo llegué a casa en aquel estado pero lo cierto es que, justo ahora cuando abro los ojos, descubro que igual podría ser ayer o mañana. Lo mismo da en este lugar donde los días son idénticos, donde hay que salir a ganarse el pan para, al menos, saber que estamos vivos.

Agradezco la imagen amablemente cedida por Andrés Alux Medina © (2008), El exorcismo I.

12 comentarios:

Pilar Rico dijo...

¡Qué maravilla, Paloma! Esto está bellísimo, mil besos, me encantó.

Mara Jiménez dijo...

Too much P.J.G.! Jajajajaaja. Eso, ligado con el calor y el encierro, dan como resultado este buen, este excelente ensayo sobre el ocio, el calor, y los erotismos tropicales, siempre superiores a los nórdicos, y siempre llenos de olores y sabores que se impregnan, aún a través de la lectura. Un beso comadre.

Ivanius dijo...

No cabe duda, voy de antojo en asombro. O de asombro en antojo. O de antojo en recuerdo. O de recuerdo en proyecto.

¿De qué hablábamos?

No sé, pero de pronto...

Paloma Zubieta López dijo...

Querida Pilar: muchísimas gracias y te mando besos de acá.


Comadre: después de la carcajada que he dado al leer su comentario, puedo decirle que efectivamente, ha acertado (no sé si porque usted sabe lo que anda entre mis manos o porque así de transparente salió). Por eso el nombre del mesero, jeje. Pero cierto, es la mezcla de calor y encierro, y unas nostalgias de Veracruz, que está a un paso de La Habana, muchos besos.


Me halaga usted, don Ivanius, con los asombros y los antojos, y sin que importe si hemos perdido el hilo de la conversación, de estos lares le mando un gran abrazo y besos.

Alejandra dijo...

Muy pero MUY bueno, Palo!!!
Y también he de decir que me ha encantado el comentario de Ivanius!
Eres grande mi pequeña Palomita!
Besos amorosos

Paloma Zubieta López dijo...

Ale querida: gracias por su comentario pero en especial, por seguir viniendo a esta su casa. Muchos besitos mi niña.

Pelusa dijo...

Muy bueno, si, y muy interesante la universalidad de la protagonista. Entre el calor, el apagon, el puerto... me ubique en mi ciudad natal.
Gracias Palomita!
Besos

Paloma Zubieta López dijo...

Pelusa querida: creo que nos hemos cruzado justo. Gracias como siempre por tus comentarios, pero en particular, es que Veracruz se le parece mucho... Besos salados y tropicales.

Ramón Arista Reyes dijo...

SAM:
Te he leido con tremenda atencion (captura de mi atencion: INSTANTANEA) cada palabra , cada linea tiene un peso espcifico en la creacion de la atmosfera, NADA en tu texto tiene desperdicio!!... a la tercera linea ya sudaba como el personaje...
Si mi rol en la vida fuese el de "cazar" textos-guion para pelicula (largo, medio o corto-metraje)... SIN DUDA ESTE SERIA EL PRIMER ELEGIDO...
Solo tengo un pero... nada en el texto indica DESOLACION de ella, el titulo quedo algo "opuesto" a la sensacion general... solo por ateverme... (casi insolentemente) se me ocurre: Desiertos... Dias Trpoicales (je, je)

Paloma Zubieta López dijo...

Mi queridísimo Ramón: gracias por todo (pero todo, TODO). Que extraño lo que me comentas del título... para mí desolación es el estado anímico del personaje... habrá que comentarlo (a lo mejor me convences) pero celebro tu insolencia cariñosa... Muchos besos infinitos, Sam.

ángel dijo...

Excelente la historia como el ritmo del relato, y la prosa cuidada y ágil. Lo dicho, tu blog ha sido un grato descubrimiento. Gracias por ello.


Saludos...

Paloma Zubieta López dijo...

Querido Ángel: gracias por todo, pero en especial, por ser una nueva visión de este espacio. Se hace lo que se puede, con muchas ganas, esperemos que siga siendo igual de grato para ustedes, quienes me visitan; un abrazo.