jueves, 20 de noviembre de 2008

Monólogo a dos voces

Monocleto y Segistuno se sientan a charlar llegada la hora cero para la que han esperado un mes. Monocleto quiere iniciar la conversación (no sea que el otro pretenda ganarle) pero no sabe qué decir (sueña con hablar del mejor tema del mundo) y se tarda en elegir uno para comenzar (no vaya a ser la de malas y el otro, lo tache de banal). Mientras, Segistuno piensa que ya lo ha dicho todo (a éste no hace falta decirle nada) y que hablar sería desperdiciar el tiempo (más con un tipo así), por lo que calla y mira al otro (esperando que si él tiene algo que decir, lo diga de una vez). Monocleto exclama un par de sinsentidos cuando cree tener un tema (es tan difícil iniciar un diálogo con alguien que no da tregua) y se le atora en la garganta, Segistuno se echa a reír (pero ¡qué imbécil, no puede siquiera articular!) y hiere a Monocleto profundamente (¡se está riendo de mí el pérfido canalla!). Segistuno trata de explicarle (¿cómo se le explica algo a quien no entiende nada?) pero se queda en el intento y no dice palabra (¿para qué?); el otro se suelta a llorar: no sabe qué hacer con este ridículo que siente (¡qué verguenza y qué ganas de matarlo!). Segistuno alcanza un pañuelito a Monocleto (al menos, saca un poco de compasión de su corazón marchito), que se suena los mocos como si fuese un bocinazo que asusta al interlocutor (¡qué asco de persona!). Suena la campana de la catedral y ambos se miran, pues saben que tienen que marcharse (¡menos mal que hasta aquí hemos llegado por el día de hoy!). Se dan la mano (no me vayas a embarrar tus mocos / eres un perfecto soberbio) y se ven a los ojos casi con candor antes de irse: saben que volverán a encontrarse para conversar acaloradamente el mes siguiente, como lo han hecho durante todos estos años.

Imagen que acompaña: Catedral de Santo Domingo, Oaxaca, Oaxaca (2008) por Sofía González.

7 comentarios:

Mara Jiménez dijo...

Llegué primero! Qué privilegio! Esta historia se me parece mucho a la eguito y egón, deliciosa plática en la que todos hemos participado de cuando en cuando, para ser francos.

Paloma Zubieta López dijo...

Sip, esta vez le ganaste a todos, ¡felicidades! La historia se parece a muchas tuyas, mías, nuestras... sigo en lo de la comunicación. Besitos mil con un frío de "no mambrú".

José Hamra Sassón dijo...

Me gustó (aunque haya sido segundo). Interesante que sin nada que decir,o cómo decirlo, este par de personajes se sigan queriendo (o alimentando su codepencia... ya no sé...).

José Hamra Sassón dijo...

co-de-pen-den-cia....

Paloma Zubieta López dijo...

Querido José (¡albricias al segundo!), son dos historias: la de "te odio pero te quiero", que conozco de sobra, co-de-pen-dien-te o no; y la de "no hablamos pero sí que nos entendemos". Un besote y me gusta que te guste... sin albur.

Anónimo dijo...

Tuve un pensamiento horrible: así podría ser una plática "en cualquiera de los niveles de gobierno"...
Ya se ve que, como diría Miguelito (el de Mafalda) "la imaginación piensa hacerme pasar hoy uno de esos días moviditos".
Abrazo.

Paloma Zubieta López dijo...

Ivanius querido: de hecho, lo más sorprendente es que esta plática encaja en muchos lados, o al menos, eso parece, sin quitarle lo horrible a tu pensamiento. ¡Qué cosas dice Miguelito, todo sea por la imaginación! Besos.