La gota se congela a punto de caer. Pareciera que, a mi alrededor, todo está inmóvil. Una ráfaga de aire me recuerda que todavía existo y trae memorias que huelen a pintura fresca. Imágenes que se cuelan, nítidas, entre la telaraña de la memoria. Claridad, frescor, definición, silencio. Los últimos días me devuelven cansada de tantas emociones. El alma se acurruca en una esquina mientras una voz vuela sempiternam entre el clamor de los violines. Hoy no circulo, por mucho que estos huesos me lleven a cualquier parte. Es momento de detenerse y contemplar el horizonte de la propia figura en sombras.
No recuerdo cuándo fue la última vez que pude hacer eso de estar, sin prisas, en cualquier lugar. Son demasiados años de trajín para este cuerpo que ya muestra el paso del tiempo. Sin embargo, la vida concedió un respiro hace unos días y pude por fin, sentirme como persona y estar, de una sola vez y sin interrupciones. Muchas querencias se arremolinaron ante las puertas del corazón, pero las horas se escurrían sin remedio y no pude prestar oídos a todas. El pasado, el futuro y el siempre, todos juntos y en dosis permisibles: entrevista con Lorenzo y sus aceites, instante de las tres gracias sentadas en fila y la búsqueda de un broche de pelo a ritmo tanguero, recuerdos de vista al mar con destellos fugaces, nostalgias de café rodeada de sirenas, noche de Sam en vela y con abrazo rayando el amanecer, celebración con risas y tinto sobre la acera, esquina helada y brillante de encuentros y reencuentros, el eco del danzón en una llamada que me llena de flores y me recuerda que la historia está por escribirse. Todavía la vida me guardó un encuentro más en el árbol de la poesía, con una bala y otros materializados de carne y hueso, con los que rumié varias horas frías pero muy felices.
Después de todo lo anterior, me siento otra, o mejor dicho, la misma que algún día dejé de ser. Sólo pido que esta vez no se me olvide la lección por el camino: pase lo que pase, hay que tener espacio para vivir.
Después de todo lo anterior, me siento otra, o mejor dicho, la misma que algún día dejé de ser. Sólo pido que esta vez no se me olvide la lección por el camino: pase lo que pase, hay que tener espacio para vivir.
7 comentarios:
Esta ola de silencio con música tiene muchos olores y colores, Paloma. Me deja mil sensaciones. Un beso.
Y por ahí entonces, acepto la responsabilidad compartida de no dejarte caer en el olvido de tí. Para sacarte cruelmente a congelarte en una esquina en medio de acaloradas pláticas, o simplemente para leernos sobre y entre líneas. Un besote amiga, y no te pierdas de tí.
"Pase lo que pase". Una buena idea. Pase lo que pase, no hay que olvidar vivir. Un abrazo.
La palabreja de verificación lo confirma: nonstuq
¡¡María!! No más de las sensaciones que tuve con lo tuyo... Otro beso bien grande.
Mara linda: por supuesto que no me perderé mientras tenga algunos faros cerca, de esos que me comparten anécdotas y vidas, ¿te suena? Congelada pero tipo happy-happy, besos.
Ivanius querido: abrazo que llega en tiempo frío previsto, gracias mil, pase lo que pase... y besos.
con rios,
con sangre,
con lluvia o rocio,
con semen,
con vino,
con nieve,
con llanto....
los poemas sulen ser, papel mojado....
segun canta Serrat.......
Anónimo: serán papel mojado entonces, un abrazo, Paloma.
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