miércoles, 4 de marzo de 2009

Cuando el sillón de la buena suerte no funcionó

Con cariño para M, por el título y las múltiples complicidades.

Como tenía la intención de comer algo, entró al café. Un poco por costumbre, echó un vistazo al salón y cuando se dio cuenta de que había algo raro, volvió a mirar. Alguien la veía fijamente. Una fracción de segundo después, reconoció la cara. Se sonrieron. Ninguno supo enseguida qué hacer. Luego se acercaron.
Primero se saludan con gusto, todavía atónitos, y comienzan a armar el rompecabezas de los años, muchos, que se cruzan entre ahora y la última vez -que por cierto, ninguno recuerda con claridad-: “¡Qué milagro! ¿Qué has hecho? ¿Sigues en...?”. Salen a relucir amigos mutuos y alguna anécdota.
De pronto, sopla el viento y evocan una noche que vio salir al sol. Los recuerdos se desparraman como la leche cuando hierve; los controles internos que avisan peligro están en máxima alerta, pero al menos por esta vez, no ocurre nada. Tan sólo hay un intercambio verbal de correos, por si las dudas. Abrazo franco mientras la mano de él, atrapa la de ella como si por cuenta propia, no quisiera irse nunca. Beso fugaz de despedida, los aromas se mezclan con los recuerdos.
Ella sale del local mientras él vuelve a su mesa. Ella se siente vacía porque de pronto se da cuenta que los años no pasan en balde y toma el rumbo hacia el ocaso. Él se queda con la sensación de que ha perdido algo pero pasarán los años y seguirá sin saber qué. Ninguno voltea hacia atrás, el tiempo es implacable. El que se vuelvan a encontrar estará condicionado por muchas cosas, pero ella sabe que nunca dependerá de él: esa fue la razón para que la historia que les tocara vivir sea esta y no otra.

4 comentarios:

Mara Jiménez dijo...

Si no fuera por estos reencuentros, no nos reafirmaríamos que lo mejor es siemore lo que está por venir y que hay cosas que es mejor que no hayan pasado. A poco no, comadre? Así se disfrutan las omisiones del pasado...

Paloma Zubieta López dijo...

The best is yet to come... nunca se me olvida, comadre. Usted sí que sabe, besitos.

Anónimo dijo...

Lo que ayer me alimentó, me hizo crecer. Por eso hoy contemplo desde más alto mi horizonte.

Paloma Zubieta López dijo...

Shhh, Ivanius, no le diga a nadie pero la verdad, es que estoy sentada sobre un banquito...