domingo, 8 de febrero de 2009

Whatever

Whatever como palabra que encierra un nuevo significado y que sustituye al deseo. Whatever como una posibilidad.
Me miro al espejo. De pronto me siento distinta, como si no fuera yo. Debe ser porque todavía te llevo aquí, colgadito de mi cintura. Me pierdo en las alturas donde te encuentro, siempre sonriente, observándome. Los besos me saben a naufragio, a sal y a sol. Tus ojos funcionan como un reflejo de mi alma, tus palabras se sienten como lluvia en una tarde de verano, aunque afuera sigue siendo invierno. ¿Hace frío, acaso? No me importa ni quiero saberlo; por hoy, sólo tu abrazo. Orquestados los sentidos, ya era tiempo de perderse y abandonarse, de construir un nuevo refugio a partir del color de otra piel. Olvidarse del mundo, dejarse ir para llegar a esta cita con el destino a cuestas. Por unas horas, liberarse y sólo fluir, sin pensar en el mañana y sus promesas. Una vez que se da rienda suelta al yo interno, fugarse por la vida para regresar renovada y brillante, con luz. Qué dulce puede ser rememorar las cosas buenas, saber que pese a todo, la magia sigue ahí. Interesante recordatorio de lo que se sigue siendo, aunque parezca que lo olvidamos. Detrás de la puerta, las sombras acechan pero no hacemos caso. Tomamos el instante para guardarlo en una botellita en el cajón de la memoria y para que, algún día, sus aromas nos traigan recuerdos del momento en que whatever se transformó, ni más ni menos, en un bello conjuro.

4 comentarios:

Mara Jiménez dijo...

Me huele como a remembranza rescatada en el presente; algo que se vivió porque tocaba revivirlo, pero desde el hoy transformado, aunque igual que antes en escencia. Me sabe a figura que te acompaña siempre, o desde hace tiempo, aunque nadie sepa que vive en tí y contigo. Se siente como las texturas conocidas de las casas en las que habitamos por casualidades cósmicas. Se ve muy bien que te hace sentir muy bien. se escucha como que este tema va a dar para otras entrads deliciosas. En fin, ¿me explico? Whatever...

Paloma Zubieta López dijo...

Comadre queridísima: qué bien me conoce, pa' qué le digo algo si ya sabe. Puede que de, puede que no, puede que whatever, pero lo que sí, es que te explicas perfectamente. Hay que hacer un aquelarre, aprovechando que ando de conjuros llena. Besísimos.

Anónimo dijo...

A veces las palabras pueden hacer que el observador casual deje de preguntarse a quién estarán dirigidas esas palabras que lee. Y en cambio imaginar que, si él las hubiera escrito, tal vez serían parecidas y seguramente haría lo mismo, quizás ponerlas en algún blog dirigidas a alguien que no será quien, finalmente, las lea, pero aun así se animará a comentar que provocaron una pausa bienvenida y una reflexión que, viniendo al caso o no, se le antojó oportuna como comentario.
O algo así. Whatever.

Paloma Zubieta López dijo...

Queridísimo Ivanius: siempre puede pasar o que estas palabras no estén dirigidas a nadie o, que se invite a leer al destinatario hasta este mismísimo rincón. Whatever el caso, parece que sus posibilidades me hacen reflexionar en lo que podría pasar con otros destinatarios y sus lecturas y de cómo un post se convirtió en un chisme... whatever... Ya me perdí, pero sé que Ud. consigue entenderme aún en casos de pérdida de la "whateveritud" como ahora y por eso, le mando un ramillete de besos (nada que ver con la onda publicitaria que se aproxima como nubarrón celestial color rosa punchis punchis), con mucho cariño.