miércoles, 31 de diciembre de 2008

Comienzos


Ella no lo sabía, ni yo tampoco. Habíamos caminado durante mucho tiempo, tanto que ya no teníamos recuerdo de otra cosa más que del sonido hueco de nuestros pasos sobre el suelo. No cruzábamos palabra porque era un gasto innecesario. Habíamos dejado atrás el pasado sombrío, mientras que el futuro incierto se acercaba a cada metro recorrido. La sucesión de pasos era nuestra única razón de existencia en tanto no hubiésemos llegado. A lo lejos, la silueta de una casa asomaba y la única luz posible, provenía de una bombilla que coronaba la entrada. Los pasos concatenados fueron aumentando el ritmo mientras la oscuridad se tragaba el camino andado, sabíamos que la ansiada meta se acercaba. La cuesta arriba se hizo interminable cuando una luz se encendió en el interior. Al llegar, la puerta estaba abierta. Entramos y así fue que comenzó la historia.


Imagen que acompaña de http://foqui.blogia.com

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo mejor, cuando la puerta no rechina porque ha estado abierta para esperar a la visita, que se siente bienvenida y nunca intrusa. Perfecta metáfora para representar este espacio, y perfecta igualmente para comenzar-terminar-continuar la andadura del tiempo que no espera, pero acompaña.

Gwynette dijo...

Te digo que esta casa no presagia nada bueno...después no digas que no te advertí ! ^_^

Besos

Paloma Zubieta López dijo...

Ivanius: tu aguda mirada siempre me agarra a hurtadillas en cualquier parte, se siente bien saber que fuiste el primero en cruzar este umbral, un fuerte abrazo.

Paloma Zubieta López dijo...

Gwynette querida: gracias por la advertencia pero era imposible no cruzar la puerta. Total, si la curiosidad mató al gato, ¡imagínate lo que puede hacerle a la paloma! Besísimos.