lunes, 29 de diciembre de 2008

Allegro giusto


Desde el paraíso, escribo. Me he fugado a otra dimensión luego de algunas cortapisas, presentes en todo viaje. Sin martirios espacio-temporales y libre del reloj, soy más yo. La intensidad es una cuestión efímera que a ratos me sorprende, como los verdes y los terracotas del camino. El silencio me envuelve y promete descanso, siempre y cuando el refrigerador deje de hacer tanto ruido. La tarde se evapora tras la bruma del invierno mientras un coro de aves le pide que se quede; ella sigue su curso, inmutable.
Hace ya varios días que estoy en mi propio recuento de poemas. La métrica sigue y sigue pero la rima es cada vez más disonante. Tengo que organizar las palabras mientras las letras adoptan formaciones desconocidas que estimulan los sentidos y me pierden en el camino. Dejarse llevar sería más sabio aunque más peligroso, terrible dilema. A lo lejos, los ladridos anuncian una bicicleta que pasa.
Montones de viandas, arrumacos y besos, han sido asimilados durante estos días y forman hoy, parte de mi cuerpo. Pletórica de cariño y sabores, me enfilo hacia esta segunda parte de la vacación en la que el recogimiento y la introspección llevarán la voz cantante, o al menos, ese es mi deseo. Voy a perderme en los libros, ese es un aviso. Quisiera lograr resolver mi trivia personal de vida y arrancar desde otro lugar interno al primer minuto del año que, casi casi, nos cae ya encima. Muchas caras pasan aún por mi cabeza a sabiendas de que no las he olvidado, nomás me las reservo para un poco más adelante. La fórmula secreta está por revelarse. Mientras tanto, he dejado el corazón en una banca en la que, si quieren, pueden ir a buscarlo. Por hoy, los ecos del barroco me abrazan y me recuerdan que aún queda mucho por hacer.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En mi recuento de fugas, la presente no tiene mucho qué ver con los libros, porque en ellos siempre me sumerjo. Ahora ha tocado el turno a los otros que me rodean, a los afectos, que reclaman también su tiempo de inmersión sin escafandra....

Paloma Zubieta López dijo...

Maravillosa escapada que siempre le hace falta al alma. Uno de los grandes retos es lograr equilibrarlo todo, je, je; ya sabrás si lo consigo.