lunes, 22 de febrero de 2010

Encuentro

Con harto cariño para las Luris-luris, por la complicidad

Acercamos las bocas muy lentamente. Un roce ligero y la promesa de humedad ante un incendio imposible de contener. El deseo crece y se transforma en cálido aliento que todo lo envuelve. Sutil y preciso es el disparo: nuestras bocas se juntan, se tocan y se conocen de todas las maneras posibles mientras convierten al tiempo en rehén de sus anhelos. Estamos conectados por un punto que se multiplica. Los labios vibran ante el roce constante —a veces suave, otras compulsivo—, en medio de la inundación. Se pierde la noción de arriba y abajo, desaparecen las fronteras de lo tuyo y lo mío; las lenguas, como último reducto del tacto, exploran, se empujan, se entrelazan y laten como si fueran una. Alrededor nuestro todo ha desaparecido, ahora sólo sabemos de impulsos, gozos, llamaradas…

Las campanas de la Catedral anticipan el ocaso. Sin decir nada, nos separamos: cada uno vuelve a casa con sus hijos, su pareja. El secreto de la pasión anidada en nuestros labios hará soportable la rutina, al menos, hasta el próximo encuentro.


© Noriko pata pon (2009), Torre poniente de la Catedral, Ciudad de México en: