Un hombre.
Un hombre con sombrero sentado en una banca del parque.
Un reloj inmóvil, un recuerdo y un dolor profundo.
Unos labios.
Un domingo al amanecer.
Una cerradura abierta, un olor extraño.
Un portazo y gritos.
Un secreto a voces.
Una persecución por las escaleras.
Un abismo y un instante.
Una decisión.
Un día de lluvia.
Un funeral.
Un hombre, una banca, un parque, una vida rota.
El hombre se va. Esta fue su historia.
Imagen que acompaña de Vincent van Gogh (1889), La banca de piedra en el jardín del Hospital de Saint-Rémy.
17 comentarios:
Otra história de personajes rotos..por qué resultan tan atracrivas?. Los personajes felices casi que no necesitan biógrafos..:(
Besitos, Paloma
Gwynette querida: ¿será que creemos que son más reales porque se parecen a nosotros? (aclaro que este no es el caso) No se me había ocurrido, prometo buscar otro tipo de personajes. Por cierto, ¿qué pasa que nos tienes en suspenso tanto tiempo? Se te extraña y te mando muchos besos.
Muy bueno.
¡Hombre, queridísimo Víctor! Me da un chorro de gusto tenerte por acá y más sabiendo que te ha gustado... Morrendo das saudades, beijinho.
Uno de varias cosas, que quizas, sólo el hombre, sólo la banca, sólo el parque, sólo la cerradura, no podrían narrar esta historia ÚNICA, de este "singular" personaje que se explica de una vez a si misma, por irrepetible.
Besos Comadre
La médico de cabecera.
¡Doña Simi (la única e irrepetible)! Usted sabe que acá, cada comentario único y suyo, lo llevo en el corazón. Besísimos de su paciente que va mucho mejor y que la quiere de veras (besos también a su filósofa de cabecera y al niño de Guatemala).
Después de caminar bajo la amenaza del implacable reloj de lunes, otro hombre llega a un destino menos lapidario pero también exigente. Sentado al fin en su sitio, la seriedad que lo protege se desprende poco a poco de su rostro tras la lectura, para dar paso a la concentración que exige redactar un comentario.
Zubieta, que hermoso apellido vasco...yo tambien soy vasco...
Que poesía tan directa, tan sutil, que como un río te lleva al final de una vida...enhorabuena desde Zuhaitz-Ondoan y un abrazo de azpeitia
Don Ivanius: omita los relojes implacables que traemos encima, de lunes o de cualquier día. Hay de destinos a destinos, pero me da gusto saber que no fue la casualidad la que lo trajo por aquí. Besos y ¡ya no sea tan serio!
¡Hola Azpeitia, bienvenido por aquí! Efectivamente, mi apellido vasco (mi abuelo de Tabasco, un estado de este país) y se trata de tender puentes y seguir ríos hacia donde nos lleven, y que mejor que puedan juntarnos luego de tantas generaciones. Vaya un fraternal abrazo hasta esa hermosa tierra de verdes y ríos.
¿Tabasqueña por herencia?
Algo que nos une entonces mi querida Palo.
¡Prima Ale! Tenemos que hablar de la familia... besísimos por ese "algo" más que nos une.
Qué buen poema te salió con Van Gohg!
De veras que hay un dolor profundo en esas pinceladas otoñales y que el tiempo está presente, y el olvido y las ausencias.
Un besooo!
Querido Máximo: no pretendía ser poema, más bien, son unas cuantas piezas del rompecabezas que como bien dices, pincelan algunas cosas... ¡besos de acá!
Querida Paloma, soy otra víctima que ha caído en las fauces del Facebook o_O y aunque reconozco que comparado con la calidez de los blogs el Face sólo sirve pasar el rato...se me va el tiempo bobamente.
Espero superar la novatada y volver al redil ! :)))
Besitos
Gwynette querida: yo soy también víctima del mismo monstruo (aunque sabiéndolo dosificar y utilizar es un bien), pero, la verdad, mi problema es no tener tiempo (estoy intentando tener un poco). Búscame si quieres (misma identidad por allí), hoy estoy entreparéntesis y no sufras, mejor diviértete, pero no dejes de contarnos historias maravillosas, te mando un besazo.
Que rompe cabezas... me gusto mucho tu aplicación del minimalismo. :)
¡Hola Anny! Muchas gracias por tu comentario y siéntete bienvenida por aquí siempre, un abrazo.
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