lunes, 26 de enero de 2009

Donde no pueden alcanzarme

A media luz, me fui cantando mientras jugaba al equilibrio sobre la línea del horizonte colgada del Segundo piso. No pude dormir y navegué durante días sin tener noción de las direcciones ni los puntos cardinales. Ahora, entre los restos del desastre, me despierto un poco adolorida, debe ser el exceso de ejercicio. A mi lado yacen los sueños rojos de ayer y los blancos deseos de mañana; inconmovibles, esperan a que ella vuelva para lavarlos y ponerles el almidón. Las sillas están desordenadas, alguien las dejó ahí como prueba de que se usaron mientras -¡qué contradicción!- el horno rebosa de comida por degustar, en señal de que nadie ha pasado por aquí. Casiopea está frente a mí y parece que me guiña un ojo. No pienso seguirla mientras no vuelva a comprar flores para adornar aquella esquina gris, no vaya a ser que también el reloj se me descomponga.
El tiempo se ha detenido por efecto de la gravedad. Han procurado explicarlo en el noticiero de las ocho, pero parece que ni ellos mismos entienden y la nota periodística termina en cachondeo. Como ya es costumbre, nadie se fija y todos siguen pegados a la caja super-mega-extra-plana de tecnología de enésima generación de la que sale luz, además de idioteces al por mayor. Como los astrónomos tengan razón y las transmisiones sean un puente de comunicación con civilizaciones extraterrestres, ya valimos; a mí en lo personal me dará verguenza que alguien las vea o las oiga: es una terrible carta de presentación que hárá cualquier cosa menos demostrar nuestro intelecto, si es que existe.
Te tengo los martes y ya con eso me conformo. Si te pidiera más, sería un abuso. Además, no puedo pedirte peras, sólo manzanas pues te pones tiquismiquis y me das un discurso darwiniano para probar que eso de los injertos es funcional, pero no cambia nada en absoluto, la selección sigue su curso. Lo peor es que los lunes y los miércoles los tengo ocupados, los jueves avanzo en otras direcciones y los viernes son mortales. Y ya que estamos en esas, te aviso que los sábados procuro dormir y los domingos me voy al mercado a por las peras que no me das.
De pronto miro el reloj y me doy cuenta de que era el conejo blanco al que seguí hasta esta madriguera, pensando que se me había hecho tarde. Debe ser por eso que estoy donde nadie puede alcanzarme. Si me encuentro a la despiadada Reina de Corazones, les pediré su ayuda para salir de aquí porque el ser pintora de brocha gorda, nomás no se me antoja por el momento.

domingo, 18 de enero de 2009

Silencio

Hoy, pienso desde temprano
que el silencio son todas las palabras que no dije.
Frase de un querido amigo de María W. Gracias a ambos, de corazón, por su generosidad.

Ella tejía sueños como cada noche. Al volver, él se sentaba a su lado mientras bebía una cerveza. Era mucho más lo que se decían con el silencio que con las palabras. Una simple mirada y ambos lo sabían todo del otro, sin tapujos ni vacilaciones, ya no había necesidad de desvestirse bajo la luz amarillenta que emergía de la lamparita. La mayoría de los gestos, por milimétricos que fuesen, eran entendidos con precisión.
Un día, él no volvió. En un principio, ella se sintió desconcertada y lloró mucho, hasta que la fuente se secó. Después, más serena, descubrió que podía seguir tejiendo como si él estuviese allí: el silencio era el mismo. Comprendió que hacía mucho que no se necesitaban y que sólo la fuerza de la costumbre los había mantenido juntos. Al saber que nadie más ahondaba en sus profundidades, se liberó y fue feliz.
Los años pasaron y una noche de otoño, él regresó. Al verle, ella sabía que estaba arrepentido y que quería que lo disculpase. Ella ya no era la misma y no tuvo que explicarle nada porque él se dio cuenta de todo. Él se fue derrotado por donde había llegado y arrastrando su maleta; ella siguió feliz tejiendo sueños en silencio, a la luz de la lamparita.

Texto que acompaña a la imagen Silencio (2008), de María Wernicke.

Pese a todo

A la mitad del invierno, la primavera encuentra sus caminos.

sábado, 17 de enero de 2009

Una de cal y otra de arena

Esta vez, sólo comento un par. La vida no ha dado tiempo para terminar de cocinar otras cosas, aunque en esas andamos.
Con un eje que gira en torno a la formación militar del niño superdotado Ender, basada en "el fin justifica los medios", la novela ganadora del Premio Nébula (1985) y del Premio Hugo (1986) de Orson Scott Card, El juego de Ender (Ender's game, 1985) es una entretenida historia de ciencia ficción que incluye varios elementos muy actuales, como una red de comunicación similar a la Internet y los juegos de video y simulaciones como parte de los entrenamientos. Epopéyica y con caracterización psicológica del personaje, aunque bastante predecible para mi gusto,tiene muchos elementos que recuerdan otras obras similares escritas o llevadas a la pantalla.
Si en cambio, prefieren historias de la vida real en la pantalla grande, vale la pena ver Un milagro para Lorenzo (Lorenzo's oil, 1992). Interpretada por Susan Sarandon y Nick Nolte, describe el drama de los Odone cuyo hijo Lorenzo (1978-2008) presenta a los cinco años los síntomas de una enfermedad degenerativa e incurable, la ALD o adrenoleucodistrofia, causada por un exceso de ácidos grasos en el organismo. La trama describe, además de la progresión de la terrible enfermedad, los esfuerzos monumentales de los padres por salvar la vida de su hijo en contra de todo pronóstico. Una historia en que la perseverancia, la determinación y sobre todo, el amor, tienden puentes hacia un incierto futuro en el que parece que nadie apostaría, pero que a fin de cuentas, cambió muchos rumbos.

martes, 13 de enero de 2009

Hay que encender la luz...

... y apagar la guerra.



El electricista del Guernica de Agus 'El grego' (¿2008?) desde Tan largas pestagnas.

lunes, 12 de enero de 2009

Vaivén

Con cariño para Máximo que sin saberlo, prestó al personaje.

Me tiendo sobre el horizonte. El sol parece que me envuelve. ¿O acaso es el viento? Ya ni los distingo. Los recuerdos me persiguen como cabra loca y no encuentro manera de deshacerme de ellos ni por un momento, son como virutas que se pegan a la piel. Escribo en papel para gastarme y dejar constancia de mi estadía regada por el cosmos, si fuera el caso. Tomo con la mano una estrella y la cuelgo de la oreja para que me ilumine el camino, que se ha puesto sinuoso sin el menor aviso. Rotos los minutos, ya no distingo entre el antes y el después, se han vuelto gemelos que juegan a las escondidas por el patio mientras un pequeño, puede que sea el presente, sigue sus pasos sin acabar de decidirse por uno u otro. Suena el timbre de la bicicleta que trae anuncios de otros mundos desconocidos a los que me invitan, pero no quiero asistir porque tengo la impresión de que es tiempo de guardarse, de cosecharse antes de que acabe el invierno. Abro la boca para bostezar y descubro que me he tragado una mosca. Curioso aeropuerto para un insecto tan pequeño que, además, sabe a promesas incumplidas. Cansada, me dejo llevar por el vaivén de este tren que no va a ninguna parte. Es lo malo de ir al lado del compañero, que recién descubrí que se llama Hastío.

sábado, 10 de enero de 2009

La línea roja

Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper.
Anónimo, leyenda china.

Este era un reloj de casi cuarenta horas que funcionaba hacia atrás. Esta era yo en otra parte, cuando el tiempo no contaba y cuando aprendí a sonreir. Desde entonces me estoy buscando. Un flash y me fugo por las rojas buganvilias tras el olor del cedro que me seduce y me lleva frente a un ventanal en semicírculo en una habitación con muebles de madera y mosaico rojizo en el piso. Suenan las fichas del dominó sobre la mesa y lo anterior desaparece, ahora huele a sal en una terraza de columnas blancas y pisos rojos, con jardineras en los bordes y que escurre escalinatas que bajan y bajan, hasta perderse en la arena. El flash me deslumbra otra vez y al abrir los ojos, descubro que estoy frente a un edificio en Insurgentes donde al entrar, hay un elevador con la puerta interna roja y cuyo sonido, no he podido olvidar por mucho que no me encuentre. Hay en el sexto piso una terraza llena de claveles rojos, y dos pisos más abajo, un pasillo de metal pintado siempre de rojo brillante, donde sentada en el canto de la ventana, me llega el olor a patatas fritas. Al entrar, un despacho con un sillón de tela escocesa en rojo y verde, me detengo un momento, a ver si de una vez por todas, aparezco. Como no pasa nada, bajo aprisa las escaleras y doy vuelta a la cuadra. Encuentro una esquina, mi esquina, con dos balcones que tienen macetas pintadas de rojo y flores y pájaros, también hay un cuartito, soleado si apartamos la cortina roja de lona, con una sillita de madera. Un poco cansada de tanta vuelta, me tiro al piso sobre una alfombra roja que se me clava en el cachete igual que cuando dormía sobre ella. Me tapo con un suéter "de bolitas" rojo, pues el final del día me ha dado frío. A estas alturas de la vida descubro que mi existencia tiene una línea conductora monocromática. Debe ser que el destino me anda buscando y pone en el camino señales para que no me pierda. Y yo que no lo sabía.

Imagen de http://peliculasylibros.nireblog.com/post/2008/08/25/el-hilo-rojo-une-las-parejas

martes, 6 de enero de 2009

Reyes Magos

Tendría cinco o seis años. El árbol, con sus treinta ramitas plateadas, estaba encima de la mesa de la sala y de cada una de ellas colgaba un muñequito de tela. La luz se anunciaba a través de las cortinas de la sala y ahí, entre las sombras, la ví. Nunca recibí tan alegre un regalo: era una bicicleta roja ¡con rueditas! que todavía vive en mi corazón y con la que anduve feliz muchos días por la banqueta de Reforma, como aquella mañana de 6 de enero. ¡Felices Reyes!

lunes, 5 de enero de 2009

De chile, de dulce y de manteca


Cuando hace unos meses inicié con este blog, resolví incluir en él algo que pudiese abrir boca a la lectura o a otras actividades, recordando siempre que ni soy crítica ni nada parecido, sólo expreso mi opinión. Hasta ahora, no lo había intentado pues mi mente vagaba por otros mundos y no había manera de regresarla, ni tampoco tiempo para aplicarme. Sin embargo, las pausas siempre sirven para recapitular y rectificar rumbos, así que heme aquí, estrenando una sección personalísima que no sé bien hacia dónde nos lleve, ¡a ver qué pasa!
Hace un poco más de un mes, mi comadre me habló de un libro para niños que sonaba encantador y que explicaba en forma sencilla el concepto del alma. No lo conocía, así que investigando un poco, encontré que muchos de mis niños cercanos lo conocían, lo tenían y además, les encantaba. Lo pedí prestado y lo leí. Atención para todos pero en especial, para aquellos que sean padres o tíos dedicados, busquen El pájaro del alma (1993) de Mijal Snunit y con ilustraciones de Francisco Nava Bounchaín. Les aseguro que no se van a arrepentir y que lo van a disfrutar tanto o más que yo.
Pasando a otro tema, en tiempos recientes existe mucho alboroto por Cornelia Funke y la trilogía que inicia con Corazón de tinta (2003). Confieso que le tenía muchas ganas al libro y que fue hasta hace poco, que logré hincarle el diente, antes de que la versión cinematográfica me ganase. La tesis de la que parte me parece una idea genial pero nomás, no acabé de engancharme con la historia. El libro me pareció que no fluía, que era demasiado artificial, que sus personajes no cautivavan y hasta la trama, se me hizo aburrida a ratos, además de que la traducción tiene varios errores en el uso del español que me parecen inadmisibles. Lo terminé de un jalón, más por disciplina que por cualquier otra cosa y lamento el desencanto, pero a pesar de las ganas no dió el ancho para mis gustos, ni pex.
Volví a ir al cine hace unos días, luego de ni sé cuánto. Me eché el estreno de Rudo y Cursi (2008), de Carlos Cuarón, interpretada por los dos bombones taquilleros mexicanos, Gael García y Diego Luna, quien por cierto, esta vez me gustó más aunque es probable que el papel le ayude bastante. La cinta está bien y es entretenida; con tintes de comedia se habla de la tragedia de la vida en el futbol mexicano y de otros aspectos sociales y familiares, bastante comunes y muy tristes por desgracia, que se sacan a relucir. La idea central es la hermandad, que aglutina la trama y se ve hasta en los créditos. Cada quien sus gustos pero a mí, no me convenció y me quedo, en definitiva con Y tu mamá también (2001).
Y para cerrar, aquellos que gusten de la fantasía y los cuentos no pueden perderse Stardust (2007), dirigida por Matthew Vaughn y basada en la novela del mismo nombre de Neil Gaiman. Con un interesante reparto y con las extraordinarias actuaciones de Michele Pfeiffer y Robert de Niro que se llevan la película a pesar de ser personajes secundarios, cuenta una historia bellísima, bien lograda en el cine y que deja ese buen sabor de boca para comenzar el año.

domingo, 4 de enero de 2009

Las horas del olvido

"Yo he preferido hablar de cosas imposibles
porque de lo posible, se sabe demasiado..."
Resumen de noticias de Silvio Rodríguez.

Como todas las tardes, el hombre con boina viene caminando por la playa. Las olas borran su paso. A cuestas trae enseres que ordena y coloca frente al mar, en el lugar preciso donde lo ha hecho durante tantos años. Saca los pinceles y la paleta, que llena con todos los colores del arcoiris aunque sólo usa los grises, violetas, blancos y azules. Pinta durante horas, minucioso, un cuadro del horizonte que parece nunca terminar hasta que llega la noche. Es entonces cuando recoge todo y sin dejar prueba alguna de su paso, se marcha hasta el día siguiente por el camino en que llegó.
Justo cuando en el reloj marcan las doce del día, una mujer comienza el rito de poner la mesa. Un mantel blanco de lino y dos lugares. La vajilla es blanca con un filo dorado, los cubiertos son de plata y a juego hay dos servilleteros, cada uno con las iniciales respectivas y servilletas que combinan con el mantel. En el centro, una panera. La mesa queda puesta con precisión, no hay ninguna diferencia entre la de ayer y la de mañana, todas son iguales. A la una y cuarto, la mujer sirve la comida: primero la sopa, luego el plato fuerte y al final, el postre que suele ser alguna fruta acompañado de una taza con té de manzanilla, para la digestión. Ella come pausadamente y al terminar, limpia la mesa y deja todo listo para el día siguiente.
Al levantarse, un hombre se mira las ojeras al espejo, sabe que esta noche no durmió bien. Después de un café con leche frío, se sienta en el sillón de la sala, frente a dos televisores, uno encima del otro, y se pone a fumar y a repasar sus recuerdos. Las horas se escapan pero el hombre sigue ahí, rodeado por el humo y un cenicero que paso a paso, se va llenando. Cuando la noche asoma y el cenicero está lleno, el hombre se levanta despacio y va a la cocina, donde lava el cenicero para después, irse a dormir deseando que los recuerdos no le asalten esa noche aunque sabe que, seguramente, se equivocará de nuevo.
Aunque en el reloj marcan las diez, para ella ha pasado una eternidad desde que se acostó. Está cansada pero no puede dormir y se levanta, como cada noche, y se sienta en la mecedora para tejer. No requiere de una lámpara, sus manos han aprendido de memoria los movimientos y se deslizan por entre los hilos de estambre que penden de las agujas como si fuera magia. Ha terminado la colcha cuando un gallo canta y entonces, con pericia la deshace y enreda una madeja que sabe que la siguiente noche, habrá de tejer. Luego se pone de pie y abre las cortinas de la ventana, para que entre la luz del sol.

viernes, 2 de enero de 2009

Dos recordatorios y un encore

El año ha iniciado con el pie derecho y hay quien dice que lo que ocurra en este día, es vaticinio de lo que vendrá. Como este primero de enero ha estado lleno de estampas lindas que echaba de menos, arranco feliz y con muchas ganas al recordar que existen pequeñas cosas en la vida que no deben dejarse de lado, me explico.
Casi casi, comencé el día cocinando, actividad que mucho disfruto y que hacía tiempo, años quizá, que no practicaba por diversas circunstancias. Nomás para antojarles, dejo un par de muestras. La degustación ha sido fenomenal y las ganas de hincarle el diente a la cocina han vuelto, prometo hacerles caso.



Pato con risotto a la gagá y relleno para calamares a la plancha.

Por la mañana recibí una sorpresa. Un par de fotografías de flores efímeras, y no por ello menos hermosas, de María W. quien no lo sabe pero ahora se enterará: me fascinan, tanto como sus ilustraciones. Durante un tiempo, siempre tenía flores en casa pero luego la rutina me tragó y dejé de comprarlas. Hoy he resuelto que esta costumbre debe regresar porque da luz a mi ritmo cotidiano. Gracias de corazón, María.



Camalote y cucharero.

El encore fue a causa del Gordito que, con una película y una grata charla, me regaló la posibilidad de soñar y saber que la niña que llevo dentro, está despiertísima y lista para seguir adelante.
Ojalá que para todos, este comienzo sea tan iluminador en los detalles como lo ha sido para mí. Y ahora sí, ¡a lo que nos truje!